La expresión del hombre como prueba máxima de estar vivo
Por: Diana Sofía Rodríguez Cruz LGET 2° semestre
El lenguaje es quizá la más grande creación concebida por el hombre en todos los tiempos, pues a través de él ha logrado capturar el pensamiento, la acción y sentimiento de seres de distintas épocas, pero no ha sido la única. Los motivos que hacen que hoy este escribiendo son los mismos que hacen que alguien más pinte, que otro cante y que uno más baile. En cavernas, montañas, teatros, piedra, papel, escenarios, ni el dónde ni el cómo han sido impedimento para el ser humano, el único de los seres vivientes que tiene la suficiente capacidad para representar simbólicamente la realidad.
Con expresión me refiero a toda manifestación hacia el entorno, la transmisión de sentimientos, pensamientos o emociones de una o muchas cosas diferentes; expresarnos es, en realidad, algo necesario, el ser humano necesita comunicarse con su entorno, así como cualquier otra especie en el mundo, pero hay algo, diferente y misterioso -casi mágico- en el hombre que lleva más allá esta necesidad de expresión. Es bien sabido que la mente humana es compleja, tanto, que ni en todos los miles de años que llevamos pisando la tierra se han logrado develar sus secretos; aun así, hemos creado tantas cosas para hacer que el mundo sepa que estamos aquí: televisiones, teléfonos, películas, ensayos, investigaciones, creencias, redes sociales, etc., todas creadas por la necesidad del hombre de que todos sepan que como individuo existe en algún lugar remoto.
Esta necesidad podría, en teoría, tener origen en la capacidad de razonamiento del hombre, aunada a su constante estado de reflexión que al final resulta en la llamada filosofía, donde las grandes cuestiones sobre la vida residen, y es esta la razón por la que veo las expresiones del hombre como la mayor prueba de su existencia: la necesidad de responder a preguntas como ¿quién soy?, ¿qué hago aquí? o ¿de verdad estoy vivo o quizá es una ilusión? Preguntas que quizá no tienen una respuesta o al menos nadie vendrá a darnos la respuesta, pero que causan en el hombre un desesperado deseo de demostrar que existe y es real.
Quizá suena todo esto a una simple reflexión, pero ese algo mágico, ese desesperado deseo de existir que todos llevamos dentro, es quizá la razón más importante que ha impactado toda nuestra existencia y evolución, es lo que nos ha llevado a superar el estado primitivo, a crear, desarrollar cada día algo nuevo, es el mismo impulso que nos llevó a crear transportes, sociedades, medios de comunicación y formas de expresión, con la esperanza de que alguna, algún día, resuene en el universo y jamás quede en duda, aun si nos extinguimos, que el ser humano existió alguna vez, en algún lugar.