Karol Méndez / Ing. Sistemas Embebidos / Segundo semestre
La violencia contra las mujeres tiene su origen en el seno del núcleo familiar; la sociedad, la política y la educación no consiguen erradicarla, ni tan siquiera evitarla, porque la violencia contra las mujeres es intrínseca a una sociedad en la que las mujeres experimentan opresión familiar en forma de esclavitud doméstica, debido al papel desigual de la mujer en los trabajos reproductivos y de los cuidados. Ha triunfado el modelo social capitalista-patriarcal, que se encarga de reproducir el papel de la mujer cuidadora dentro del seno de la familia.
En la maltrecha e imperfecta Democracia de este país son pocos los pasos que se han dado para crear una sociedad basada en la Justicia Social, en la que todas y todos vivamos con dignidad, y no tengamos que gritar que necesitamos “pan, techo y trabajo”. Son muchos los pasos que se han dado para saquear y aniquilar los servicios públicos, para despojarnos de derechos como trabajadores/as; de tutelar la vida y las decisiones de las mujeres a través de reformas como la de la Ley del Aborto; de despojar a la Educación Pública de su objetivo de ser libre, crítica, coeducativa para la transformación de la realidad; de establecer protocolos de actuación en caso de violencia de género que sólo proponen la autodefensa y la cumplimentación de exhaustivos formularios (todo un insulto para las mujeres que viven esta violencia todos los días).
Todas estas contrarreformas desarrolladas en los últimos años son el motivo de cultivo perfecto para la violencia, para la desigualdad, para la insolidaridad.
La edición digital de mundoObrero.es, en uno de sus artículos publicados enunció lo que en una marcha del pasado 09 de marzo las feministas expresaron: “Las mujeres del Movimiento Democrático vamos a luchar por conseguir las sinergias necesarias para plantarle cara a este sistema destructivo, y para ello hacemos un llamamiento a todas las fuerzas políticas, sindicales y sociales para conquistar las calles, la sociedad, la política y la economía, y así empiecen a mirarnos a los ojos. Sólo de esta manera conseguiremos cambiar la realidad”.
Concluyo que la igualdad es difícil de conseguir; se nos juzga por el simple hecho de “ser mujeres” y no es justo, un género no define quién es más o quién es menos. Y mientras la sociedad no cambie de parecer, mientras la sociedad siga viendo superior a los hombres e inferiores a las mujeres veremos cómo siguen viniendo malos tratos para nosotras.