Cumpliendo tres meses en Finlandia, la travesía de Andrea estuvo colmada de experiencias que cambiaron su vida y su forma de entender su carrera, en entrevista al teléfono su voz se escuchaba nostálgica pues como en todo buen viaje, lo más difícil es emprender el duelo del regreso, y es que, a pesar de las peripecias del viaje y el clima, decir adios a un lugar que haz aprendido a amar siempre es complicado.

Dentro del paradigma turístico que la gran mayoría de mexicanos tenemos, cuando se habla de viajar a Europa, Finlandia y su característico gélido paisaje no es lo primero que viene en mente, para Andrea fue una aventura de en lo inhóspito e inesperado. Con días extremadamente cortos de apenas 4 horas, el primer reto de nuestra Dragón; enfrentar el cambio drástico de temperatura -24 grados centígrados fue superado con relativa facilidad, no gracias a la templanza del cuerpo sino a la calidez de una comunidad internacional de estudiantes que rápidamente la integraron y la volvieron miembro de una familia con chinos, egipcios, pakistaníes, indonesios, malayos, azeríes, franceses, italianos, españoles, finlandeses y por supuesto mexicanos.

Con el paso de los días y el conocimiento brindado por sus maestros Andrea aprendió la importancia de empaparse de un entorno multicultural y sobre todo, aprendió la capacidad de los nórdicos para exprimir lo más de lo que les da la naturaleza y los acontecimientos, de esta forma pudo comprender la importancia de tener un pensamiento mucho más enfocado en aprovechar el momento y tornar lo que podría parecer una desventaja en una gran fortaleza, así Andrea tuvo la oportunidad de visitar el hotel de hielo en Snowvillage en Vesikkovaara la principal atracción del norte de Finlandia que, gracias a los acuerdos comerciales con HBO desarrollaron la primer experiencia turístico-immersiva de Game of Thrones dentro de un espacio que cada año es construido desde cero, creando una dinámica de expectativa entre los clientes que provoca su regreso cada año.

Con todo lo aprendido y todo lo descubierto, encontró una importante epifanía sobre la importancia atreverse a viajar como estudiante de intercambio y darte la oportunidad de no solo visitar un lugar, sino de vivirlo y darse la oportunidad de conocerlo hasta enamorarse de él, haciendo que el regreso a casa se vuelva difícil pues ahora se tienen dos casas en el mundo. El regreso y los siguientes pasos en la vida de Andrea le demandan entrar en la última etapa de su vida universitaria pero está segura de regresar a Finlandia, no por nostalgia, sino para encontrarse nuevamente consigo misma.